Josep tenía una pequeña explotación agraria con la que se ganaba la vida como uno se la puede ganar en el medio rural: trabajando de sol a sol y abonado a la incertidumbre. Pero de algún modo aquel era su modo de vida, se había adaptado a la eventualidad del campo y no tenía intención de cambiar. Hasta que le contaron lo de la energía solar.
Un día le entregaron un folleto oficial con el logotipo del Gobierno de España encabezado por un contundente eslogan “El sol puede ser suyo”. En su interior el Ministerio de Industria desplegaba toda una serie de razonamientos económicos, medioambientales y jurídicos para invitarle, como al resto de ciudadanos del país, a convertirse en un pequeño productor de energía solar: una honrosa manera de ganarse la vida ayudando al medio ambiente y contribuyendo al impulso de nueva economía verde. La idea le lleno de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario